Ovidio dijo: “Nacemos con lágrimas, entre lágrimas transcurre nuestra vida y cerramos con lágrimas nuestro último día”.
Dicen que las lágrimas son dulces, aunque nos parezcan amargas al sabor. Dicen que las lágrimas son la limpieza del alma humana, aunque nos parezca que la rompen en dos. “El jabón es para el cuerpo, lo que las lágrimas para el alma” dice un proverbio Judío. Quizás sea cierto, o por lo contrario nos engañan.
Las lágrimas nacen en la cima de una montaña llamada dolor, aunque sea bueno o malo, pero todas sus gotas provienen del mismo lugar.
Dicen que lloramos tanto de alegría como de tristeza. Nunca lo discutimos, seguramente por ser cierto. Pero aún siendo de alegría se produce un dolor en el pecho, justo en el corazón, y a veces parece que está a punto de rendirse y dejar de latir, pero respiramos lentamente para hacerle entender que no es el momento.
Y no es malo sentir dolor, o en comprender que en esencia ese dolor no es necesariamente horrible. No hemos de darle una connotación tan pesimista. Sin dolor seríamos incapaces de sentir, sin sentimientos no viviríamos al día, sin el día no estaríamos alerta de aquello que nos envuelve para coger lo que en verdad nos hace felices.
Vivimos por desgracia con el miedo del que dirán o pensarán quiénes nos conocen, en cambio, nunca les presionamos ni los juzgamos a ellos. Ese miedo es el que nos mantiene encerrados en armarios oscuros, mientras cantamos flojito para que no nos entre el pánico y perdamos la cordura, como si de un conjuro mágico se tratara. Intentamos escapar a menudo, pero siempre regresamos a él.
El movimiento y la rapidez consiguen a menudo distorsionar lo que nos sucede, y ese miedo que nos persigue nos hace apresurar más los pasos que damos, haciéndonos tomar decisiones que luego no conseguimos perdonarnos.
Nunca hemos probado a detenernos en seco, a darnos la vuelta para hacerle frente; y quizás ese día ya ha llegado. Impulsivamente y con el corazón en un puño, llevamos a la práctica esas ganas de luchar, de evitar que el miedo nos persiga más, y que la oscuridad deje de pisarnos los talones.
Cuando lo logramos nos sentimos como un héroe de cómic, llenos de súper poderes; pero debemos de hacer, a partir de esos momentos lo mismo cada día de nuestra vida, luchar con todas nuestras fuerzas, contra aquellos villanos que nos dicen que no somos dignos de alcanzar nuestras metas y nuestros sueños. Quizás tardemos algo más de tiempo, pero si perseveramos nadie podrá detenernos, y al fin seremos dueños de nuestro camino, de nuestro cenit, dando sentido al vacío que teníamos dentro y que nadie ha conseguido llenar nunca.
Penelope's Song -- Loreena McKennitt