Charles Chaplin dijo: “No hay nada permanente en este mundo, ni siquiera nuestros problemas”.
Quizás pueda sonar a un terrible topicazo, si se me permite la expresión, pero las vacaciones sirven para muchas cosas. Podríamos ponernos a filosofar sobre el significado de las vacaciones para nuestra mente, nuestro espíritu, entre muchas otras cosas, pero no es este el caso, al menos no es mi intención.
Durante estas últimas semanas no he escrito nada. Menudo dejado se ha vuelto este tío habréis pensado. Pero si os digo que he estado de vacaciones, ¿volveréis a darme vuestro voto de confianza?; espero que así sea.
El tema principal reside en la renovación que he experimentado, y creedme si os digo que tal magnitud ha alcanzado que el resurgir del ave fénix suena a leyenda cutre de telenovela barata. No he cambiado internamente, ya sabéis que es lo que pienso de esto, de los cambios de las personas, en la falacia de creerse que uno/a cambia porque sí, no voy a repetirme en esto. El cambio ha sido laboral, ergo casi de la totalidad de mis 24 horas al día (no en vano nos pasamos más tiempo en el trabajo que con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestras amistades, nuestras aficiones, y muchas más cosas.
A lo que iba. He cambiado radicalmente de trabajo, de empresa, de funciones a desempeñar, de ambiente de compañeros, de… tantas cosas que sería arduo de comentar, y mucho más teniendo en cuenta lo que dejo detrás, las amistades (que aún conservo por suerte), los momentos, pero un cambio que deseaba aunque no lo buscase activamente. Todo se precipitó, de golpe, sin avisar, de un día para otro, justo la semana que cogía vacaciones. Me llamaron un lunes, querían verme. Me querían a mí, e iban a pujar por mi trabajo, mi profesionalidad algo que la empresa que he dejado atrás nunca supo valorar, ni tan siquiera se preocupó en descubrir, y eso que lo decía a gritos. Eso demuestra en que grado de incompetencia se encuentra esta antigua empresa en lo que se refiere a Dirección General y el desconocimiento total de los cerebros que tienen trabajando dentro de su maquinaría. Y no hablemos de envidias, celos, y a saber que más por parte de un sector pequeño, ínfimo, pero con poder tácito que había dentro cómo un parasito que se alimenta vorazmente de quién tiene a su cargo.
No hay rencores, por favor, ya hemos superado esa etapa infantil hace unos cuantos años; tampoco hay resentimiento, ni frustración, sólo hay tristeza por no poder haber gritado más alto, aunque tengo la cabeza bien alta, y sé que lugar ocupaba en ese zulo del esfuerzo mental del trabajador en lo que se había convertido mis 8 horas diarias. Y vuelvo a vivir sin tener que vigilar las espaldas constantemente; no tengo que justificarme sin necesidad por algo que una sola persona haya dicho de mí por considerarme su adversario a batir. No lo he entendido nunca, aunque su perfil psicológico ya se lo haya hecho, y creedme si os digo que se me da demasiado bien hacer perfiles de conducta.
Volvemos cada mañana, una vez aseados, a pensar un par de minutos, mientras tomamos el café, en imaginar cómo nos irá el día. E inevitablemente fantaseamos. No queremos pensar ni por un momento que puede a llegar a ser el peor de nuestra existencia, el más doloroso, ese día que todos queremos olvidar, y nos pensamos que hoy va a ser distinto, que será bonito, que todo irá bien. Y por suerte, algunas veces es así, pero otras desgraciadamente no. Y el arte está en no derrumbarse por ello, en no tirar la toalla. La vida es una enorme ecuación matemática, con sus variables estadísticas y sus reglas comunes pero matemáticas a fin de cuentas, y eso quiere decir que ya están marcadas, definidas y analizadas. De ahí lo que en algún artículo os he contado sobre mi visión de la sincronicidad, del guión escrito, y de las señales que nos rodean a diario sobre nuestra vida pasada y futura. Complejo, lo sé. Pero esa es mi realidad.
Es por eso que en los problemas influyen tanto las matemáticas que os decía, ya que tienen su inicio, su desarrollo y su solución final. Siempre hay un final para los problemas, es inevitable, aunque nos empeñemos en hacerlos durar en el tiempo para justificarnos, para tapar nuestros errores, o por no querer aceptar una realidad, cualquiera que sea, que está delante nuestro y no piensa moverse.
De momento, mi problema de apatía en el trabajo ya ha llegado a su fin, y vuelvo a ir satisfecho al trabajo, y del lugar que ocupo, de cómo me tratan y me valoran, de la confianza que han depositado en mí, y otras muchas cosas más. Y me queda poco para convertirme en Gregorio Samsa, cuya metamorfosis total llega antes incluso de lo que llega a intuir el personaje de Kafka.
Por eso, y para celebrar ese cambio de vida laboral, y de futuro más que prometedor, se resuma en una sencilla y simple palabra en Islandés para resumir estos últimos días de mi rumbo vital al mando de ese majestuoso barco de velas en la que siento que viajo por los mares de la conciencia y de mi alma. Es una palabra corta, sonora, que encierra en cuatro letras un mensaje más complejo si cabe, cómo 4 son las estaciones, o los elementos vitales: TAKK. Es un simple gracias en Islandés, un gracias por hacer de mí día a día un lugar confortable, un lugar dónde no perder la cordura. Takk!!!! Por no dejarme abandonado y sólo navegando por los océanos de tiempo, abandonado a mi suerte, a la deriva, y Takk! por escucharme, por leerme, por aceptar mis consejos, mis opiniones, y compartir esos trocitos de mi existencia diaria y futura.
Sencillamente TAKK….
AMAZING - George Michael
Quizás pueda sonar a un terrible topicazo, si se me permite la expresión, pero las vacaciones sirven para muchas cosas. Podríamos ponernos a filosofar sobre el significado de las vacaciones para nuestra mente, nuestro espíritu, entre muchas otras cosas, pero no es este el caso, al menos no es mi intención.
Durante estas últimas semanas no he escrito nada. Menudo dejado se ha vuelto este tío habréis pensado. Pero si os digo que he estado de vacaciones, ¿volveréis a darme vuestro voto de confianza?; espero que así sea.
El tema principal reside en la renovación que he experimentado, y creedme si os digo que tal magnitud ha alcanzado que el resurgir del ave fénix suena a leyenda cutre de telenovela barata. No he cambiado internamente, ya sabéis que es lo que pienso de esto, de los cambios de las personas, en la falacia de creerse que uno/a cambia porque sí, no voy a repetirme en esto. El cambio ha sido laboral, ergo casi de la totalidad de mis 24 horas al día (no en vano nos pasamos más tiempo en el trabajo que con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestras amistades, nuestras aficiones, y muchas más cosas.
A lo que iba. He cambiado radicalmente de trabajo, de empresa, de funciones a desempeñar, de ambiente de compañeros, de… tantas cosas que sería arduo de comentar, y mucho más teniendo en cuenta lo que dejo detrás, las amistades (que aún conservo por suerte), los momentos, pero un cambio que deseaba aunque no lo buscase activamente. Todo se precipitó, de golpe, sin avisar, de un día para otro, justo la semana que cogía vacaciones. Me llamaron un lunes, querían verme. Me querían a mí, e iban a pujar por mi trabajo, mi profesionalidad algo que la empresa que he dejado atrás nunca supo valorar, ni tan siquiera se preocupó en descubrir, y eso que lo decía a gritos. Eso demuestra en que grado de incompetencia se encuentra esta antigua empresa en lo que se refiere a Dirección General y el desconocimiento total de los cerebros que tienen trabajando dentro de su maquinaría. Y no hablemos de envidias, celos, y a saber que más por parte de un sector pequeño, ínfimo, pero con poder tácito que había dentro cómo un parasito que se alimenta vorazmente de quién tiene a su cargo.
No hay rencores, por favor, ya hemos superado esa etapa infantil hace unos cuantos años; tampoco hay resentimiento, ni frustración, sólo hay tristeza por no poder haber gritado más alto, aunque tengo la cabeza bien alta, y sé que lugar ocupaba en ese zulo del esfuerzo mental del trabajador en lo que se había convertido mis 8 horas diarias. Y vuelvo a vivir sin tener que vigilar las espaldas constantemente; no tengo que justificarme sin necesidad por algo que una sola persona haya dicho de mí por considerarme su adversario a batir. No lo he entendido nunca, aunque su perfil psicológico ya se lo haya hecho, y creedme si os digo que se me da demasiado bien hacer perfiles de conducta.
Volvemos cada mañana, una vez aseados, a pensar un par de minutos, mientras tomamos el café, en imaginar cómo nos irá el día. E inevitablemente fantaseamos. No queremos pensar ni por un momento que puede a llegar a ser el peor de nuestra existencia, el más doloroso, ese día que todos queremos olvidar, y nos pensamos que hoy va a ser distinto, que será bonito, que todo irá bien. Y por suerte, algunas veces es así, pero otras desgraciadamente no. Y el arte está en no derrumbarse por ello, en no tirar la toalla. La vida es una enorme ecuación matemática, con sus variables estadísticas y sus reglas comunes pero matemáticas a fin de cuentas, y eso quiere decir que ya están marcadas, definidas y analizadas. De ahí lo que en algún artículo os he contado sobre mi visión de la sincronicidad, del guión escrito, y de las señales que nos rodean a diario sobre nuestra vida pasada y futura. Complejo, lo sé. Pero esa es mi realidad.
Es por eso que en los problemas influyen tanto las matemáticas que os decía, ya que tienen su inicio, su desarrollo y su solución final. Siempre hay un final para los problemas, es inevitable, aunque nos empeñemos en hacerlos durar en el tiempo para justificarnos, para tapar nuestros errores, o por no querer aceptar una realidad, cualquiera que sea, que está delante nuestro y no piensa moverse.
De momento, mi problema de apatía en el trabajo ya ha llegado a su fin, y vuelvo a ir satisfecho al trabajo, y del lugar que ocupo, de cómo me tratan y me valoran, de la confianza que han depositado en mí, y otras muchas cosas más. Y me queda poco para convertirme en Gregorio Samsa, cuya metamorfosis total llega antes incluso de lo que llega a intuir el personaje de Kafka.
Por eso, y para celebrar ese cambio de vida laboral, y de futuro más que prometedor, se resuma en una sencilla y simple palabra en Islandés para resumir estos últimos días de mi rumbo vital al mando de ese majestuoso barco de velas en la que siento que viajo por los mares de la conciencia y de mi alma. Es una palabra corta, sonora, que encierra en cuatro letras un mensaje más complejo si cabe, cómo 4 son las estaciones, o los elementos vitales: TAKK. Es un simple gracias en Islandés, un gracias por hacer de mí día a día un lugar confortable, un lugar dónde no perder la cordura. Takk!!!! Por no dejarme abandonado y sólo navegando por los océanos de tiempo, abandonado a mi suerte, a la deriva, y Takk! por escucharme, por leerme, por aceptar mis consejos, mis opiniones, y compartir esos trocitos de mi existencia diaria y futura.
Sencillamente TAKK….
AMAZING - George Michael
5 comentarios:
enhorabuena por tu cambio. me alegro de que haya sido para bien pero que sepas que se te echa de menos por otros lares ;)
yo he vuelto hoy de las vacaciones y darse de bruces con la vida "real" es demasiado duro. Algunas veces pienso ¿que pasaría si me tomase un año sabático para desconectar, cambiar de trabajo, de vida, de piso...? igual algún día lo hago.
saludos!
Bien nen, muchísima suerte en tu nueva andadura profesional (ya lo sabes) y que algunos de los que nos quedamos por aquí esperamos no sentir nunca eso que llegaste a sentir tu, para no pensar que todo es contra todos sino contra los sectores menos apreciados/valorados de la casa. Lástima que pertenecieses a uno de ellos. Aunque viendo el éxodo, no me extrañaría que me equivoque en mi apreciación.
Mucha suerte compañero.
Hasta pronto!
menuda metamorfosis, querido Samsa.
Que la desesperación de Gregorio sea proporcional a la alegría que sientes ahora ...
un abrazo!
ROSER:
Muchas gracias por tus palabras. De verdad te lo digo, "Zi, azi ez" xDxD.
He visto tus fotos del viaje a Grecia que has realizado este verano, muy, muy, muy guapas. Un beso bien fuerte!!
JOSÉ ANTONIO:
Gracias de nuevo amigo por tus ánimos, y no te preocupes que quedaremos para hacer un café cuando esto se haya normalizado y podremos hablar de las cosas frikis que nos gustan (XBOX, juegos, etc... jejeje). POr cieto, nos seguiremos viendo en el campo de fútbol los lunes de partido, el Mister Parrado no acepto mi dimisión cómo lateral derecho o defensa, me dijo que ni hablar dejaba el equipo (sus palabras fueron: "nuestro Zambrotta particular no lo dejaremos escapar así, de cualquier modo sin luchar al igual que los espartanos" xD).
Un abrazo!!!
CECILIA:
Hecho de menos los desayunos que hacíamos más de lo que te puedes creer :)))) esas conversaciones cultas, interesantes, y nada aburridas.
Un abrazo y nos vemos pronto!!
Espero que las vacaciones me vayan tan bien como a ti.
Me alegra verte feliz!
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