jueves, 3 de mayo de 2007

IN PRINCIPIO ERAT VERBUM



Cuando estudié COU hace ya unos cuantos años, recuerdo a la perfección la bronca que me pegó mi profesor de Latín del Instituto. En ese momento me pareció desmesurada y sobre todo muy injusta, pero con el tiempo he visto que en realidad tenía razón. En el examen de final de curso saqué un 8’75 de nota en Latín, y la bronca con sermón incluido vino porque no me presenté al examen para subir la nota. Me reunió en el bar de en frente del instituto para decirme que yo podía perfectamente subir hasta la matrícula de honor, que era muy bueno traduciendo y que no me podía conformar con esa nota que era mejor que eso. Yo, en ese instante, le argumenté que no podía, que tenía otras asignaturas de las cuales iba más flojo y necesitaba concentrarme en ellas. No lo entendió, y me dijo que en la vida a veces debemos escoger que camino queremos seguir y sacrificar algo que no nos pertenece por destino. Y hace poco entendí el verdadero significado de esas palabras en esa mañana de primavera.

El significado de la frase del título es el siguiente: Al principio era la palabra. Creo en cosas que no vemos, que no oímos y que sin embargo “nos hablan de mil maneras diferentes”. Creo en la naturaleza y quizás también en ese Alma del Mundo del que se hablaba en el libro El Alquimista de Paulo Coelho. Pero hace mucho tiempo que perdí la fe en muchas cosas, imagino que maduré en ese momento, y ya no me creo eso del Agnus Dei (el cordero de Dios).

Nos contaron cuando éramos pequeños que existía un paraíso. Un cielo de los justos al que iban a parar las almas limpias y puras, la gente de bien. “Jesusito de mi vida eres niño como yo…” oía que me decía mi abuela siempre que iba a su casa. Más tarde crecemos y vino el hombre del saco. El purgatorio, Satanás, las llamas del infierno, el dios vengativo y rencoroso… Nos hablaron de la Ley de Talión, del “Dónde las dan las pagan”, del “Ojo por Ojo”. Llegados a este punto perdí la fe en el cristianismo si alguna vez llegué a tenerla en realidad. Escuchaba toda esta mierda sobre el infierno, la culpabilidad y el pecado original…; así que cuando cumplí los 12 años todo lo que quería era prender fuego a la iglesia y escupir a todos los curas, cosa que no ocurrió nunca por suerte, y la adolescencia la pasé con un huir de todo lo que olía a misa o liturgia católica, hasta el punto que nunca hice la comunión, y cómo yo era el padrino de mi hermano pequeño, hablé con mis padres y no está bautizado.

Soy de todos aquellos que como los Monty Python en algún momento se pararon a pensar en el sentido de la vida, de un modo más filosófico, y llegué a muchas conclusiones, por ejemplo que el mundo de la religión de masas y la mística resultan, si lo analizamos, un sorteo. Una papeleta de “rasca y gana”. Una apuesta de ruleta al rojo sangre con la muerte en contra. La fe mueve montañas, o eso dicen. Pero también odios, rencores, batallas injustificables en el nombre de un dios o una creencia. En dos mil años el negocio de la iglesia cristiana ha hecho un “gran trabajo”. Desde apoyar a los Nazis en la Segunda Guerra Mundial, la Inquisición y el tráfico de esclavos en los siglos XV y XIX (todo esto perfectamente documentado y aceptado por la historia excepto por la Iglesia), hasta ayudar al incremento del sida en África, sin mencionar la masacre de culturas nativas por toda Sudamérica. 2000 años asesinando a todo aquel que se ha interpuesto en su camino.

Creo con todo mi ser que el ser humano ha de ser fuerte y libre de vivir la vida a su manera, sin adoctrinamientos, sin fanatismos y sin temores. Soy de los que piensan que es bueno creer en algo. En uno mismo, en las fuerzas de la naturaleza, en el fluir de las energías vitales. Eso es algo que no hace daño salvo si se radicalizan las posturas. Si se pierde en norte y el afán de poder tergiversa las cosas. Y como muchos en este planeta siempre he estado a favor de las variaciones vitales. En definitiva, de las mezclas de culturas. Enriquecen, unen, invitan a compartir lo que uno es y lo que siente.

En las religiones, en cambio, te preguntan en voz alta si estás dispuesto a pagar el precio por seguir a ciegas los dictados de una fe impuesta. Y me cuestiono sin embargo, si no es mejor que uno mismo tome sus propias decisiones, si la vida no está ahí para que cada uno decida lo que quiere hacer con la que le tocó en el sorteo ¿Qué nos queda en realidad?.

Sueña con el más allá o con el que está aquí, un poco más cerca. Pero sueña. El tiempo se agota para la carne y este cuerpo que es la prisión del alma y eso no hay creencia, religión o credo que se ponga frente a nosotros y nos diga lo contrario a la cara. Si eres fuerte sabrás como luchar para seguir adelante, para decidir si tu alma es migratoria o sedentaria. Para opinar y discutir si existe un dios o varios. O si por el contrario no existe ninguna religión o dogma que te tosa encima.

Pero al igual que Ícaro quiero volar alto, acercarme al cielo, sentir su presencia. Aunque la alegría siempre dura poco. La miseria de la condición humana nos salpica impregnando las plumas con una sustancia aceitosa, viscosa. El dios vengativo nos rechaza y caemos al suelo, a tierra. Levantamos la vista y nos pisan la cabeza hasta que nos queda hundida en el barro. Aún así tenemos ganas de seguir adelante. La búsqueda de la paz interior y la verdad humana es más fuerte que el cansancio del camino. Sirvitur sub tectum meo (no soy digno de que entres en mi casa) decimos en alto, pero nosotros seguimos en nuestro empeño, y sobrevivimos.

Cuando un hombre persigue su leyenda personal, todo el universo conspira para que se cumplaPaulo Coelho.

CARPE DIEM


THE ENGLISH LADYE AND TNE KNIGHT -- Loreena McKennitt

3 comentarios:

Lucía dijo...

Qué bonita reflexión.
La verdad es que todas las creencias llevadas al último extremo son perjudiciales, sobretodo cuando se intentan imponer al resto.
Lo mejor sería educarnos en la creencia en unos valores morales puros sin necesidad de amenazar con castigos o represalias.

Sergio dijo...

Soñaré... Ya que... El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños - Eleanor Roosvelt

Anónimo dijo...

"El único límite a nuestras realizaciones del mañana son nuestras dudas de hoy."

Franklin Delano Roosvelt