jueves, 27 de septiembre de 2007

LA NECESIDAD DE DETENER NUESTRO COCHE INTERIOR


Ann Lee dijo: "Vive como si esperaras llegar a los cien años, pero estuvieras listo para morir mañana".


Es igual si el día despierta gris, azul, soleado, lluvioso, o con ventisca, a veces deseamos borrar algunos sueños, algunas ilusiones descubriendo que sólo eran sueños oníricos, incluso que eran fruto de la imaginación de nuestro corazón que quiere, por algún motivo que nos es desconocido, un tormento y una crueldad que nos rompe por dentro en mil pedazos.


Es igual si el día despierta triste, divertido, con ilusión, perezoso, animado, nos es igual, porque aprendemos que el entorno ha dejado de gobernar nuestro estado de ánimo. Dentro de nosotros hay un astro solar, una estrella que brilla con una fuerza e intensidad que llega incluso a asustarnos alguna vez, sólo hace falta que la descubramos, y es tan sencillo como dejar que nuestro interior se tranquilice, se despeje de las tormentas internas que nos creamos, que sepamos detener el coche en el que parece que nos hemos subido para coger una velocidad absurda que no conduce a nada. Primero veremos esta luz a lo lejos, pero luego conseguiremos acercarnos y nada es comparable a verla tan de cerca, tan espectacular y sentir como algo recorrer tu espalda.


Es igual si el día se acuesta destrozado, desfallecido, sin aire apenas, entristecido, perdido, no podemos dejar que eso nos ocurra, nosotros controlamos nuestro día, aunque pensemos que no es así. No influye para nada nuestro destino, aunque lo tengamos escrito, está ahí para que lo encontremos, para que lo disfrutemos, porque todo el mundo tiene unas alas en la espalda para volar y llegar al cielo, y hacer que su alma se sienta libre, dejándose acariciar por la suave brisa, dejando que el aire susurre nuestro nombre para la eternidad.


Es igual si el día parece que no nos devuelve nada, o creamos que nos quita algo valioso, siempre hay alguna sonrisa desconocida que nos cruzamos, la risa a carcajadas de la inocencia de un niño, la cara de satisfacción de un abuelo por el balance de su vida; todo eso hace que nos sintamos orgullosos de haber estado un día más en este mundo sin perder la vida o la cordura.


Aunque pensemos que no, por el motivo que sea, la aventura de levantarse cada mañana, nos hace sentir vivos, nos hace intentar ser mejores personas, nos hace parar el coche en el arcén, para bajarnos de él y contemplar la puesta de sol que se nos regala delante de nuestros ojos. Sólo por esas cosas vale la pena sonreír cada día, sólo por esas cosas vale la pena compartir nuestro corazón.


Para Raquel, por ese reciente cambio que tanto le preocupaba hace un par de semanas, por esos champiñones rellenos de jamón y queso, por compartir tu ser con el hombre de tu vida desde hace tantos años, por ser tu misma con tus virtudes y tus defectos, por merecer este artículo con el corazón en la mano.


THE MYSTIC’S DREAM Lorenna McKennitt

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