viernes, 30 de marzo de 2007

EL LLANTO DE LOS NIÑOS


A menudo, las personas pierden la perspectiva de las cosas, de los pensamientos, de las acciones, incluso de su propio yo. Olvidamos con demasiada frecuencia que hay cosas que hay que preservar, que hay que proteger, que nunca hay que destruir, pero lo olvidamos. También olvidamos el pensar que no hay nada imposible, que no hay nada irrealizable en esencia, sólo por nuestros límites que nos marcamos o nos marcan (esa línea roja tan difícil de ver y detectar).
Os digo esto porque la semana pasada en mi casa me puse el DVD del film británico “Children Of Men”, dónde se nos contaba que un futuro muy próximo ya no nacían más niños por una esterilidad misteriosa de las mujeres del mundo. Hay una escena del film en el que unos soldados oyen el llanto de un niño que ha nacido y que ha de proteger el protagonista. La escena tiene una tensión dramática especial, ya que se supone que en los últimos 20 años no han oído llorar a un niño.

La pregunta es: ¿Cómo reaccionaríamos nosotros si eso pasase?. Difícil respuesta, y aún más difícil solución si hemos de hacer caso al rumbo que está tomando la raza humana en la actualidad. “Difícil el futuro de ver es” cómo diría el Maestro Jedi Yoda. Pero todos/as nosotros/as podemos aportar nuestro granito de arena con nuestras acciones, nuestras luchas, para que eso no llegue a suceder nunca. Y si morimos antes de ver si efectivamente todo esto ha cambiado para bien, no ha de hacer que no lo intentemos, ya que de este modo la derrota será mucho más rápida que la victoria. Deberemos de confiar en el resto de personas que piensan y actúan como nosotros y confiar en la continuidad de esto, pero siempre si lo hemos efectuado con el corazón, con intensidad. Seguro que si hacemos esto podremos cambiar las cosas.

Los o las que me conocéis personalmente, sabréis mi reciente interés, desde hace ya un año, por la filosofía oriental en todas sus manifestaciones, por esas constantes lecturas que realizo del tema, ya sea artes plásticas orientales, Feng Shui, el arte Bushido, el Tibet, entre otras muchas cosas más y que seguro os habré comentado alguna vez hasta el punto de hacerme pesado con ello…jejeje, pero siempre lo hago con la mejor intención posible y por esa bondad que espero os sepa transmitir. Esta fábula china que hay a continuación, es el ejemplo de lo que os digo y espero os guste:


DE CÓMO EL VIEJO TONTO REMOVIÓ LAS MONTAÑAS

Al norte de las montañas Taihang y Wangwu, que tienen unos setecientos li (1) de contorno y diez mil ren (2) de altura, vivía un anciano de unos noventa años al que llamaban El Viejo Tonto. Su casa miraba hacia estas montañas y él encontraba bastante incómodo tener que dar un rodeo cada vez que salía y regresaba de ella; así un día reunió a su familia para discutir el asunto.

- ¿Y si todos juntos desmontásemos las montañas? –sugirió el anciano-. Entonces podríamos abrir un camino hacia el Sur, hasta la orilla del río Hanshui.

Todos estuvieron de acuerdo. Sólo su mujer dudaba.

- No tienen la fuerza necesaria, ni siquiera para desmontar un cerrejón –objetó-. ¿Cómo podrán remover esas dos montañas? Además, ¿dónde van a vaciar toda la tierra y los peñascos?.

- Los vaciaremos en el mar –fue su respuesta-.

Entonces El Viejo Tonto partió con sus hijos y nietos. Tres de ellos llevaron balancines. Removieron piedras y tierra y, en canastos los acarrearon al mar. Una vecina, llamada Ping, era viuda y tenía un hijito de siete u ocho años; este niño fue con ellos para ayudarles. En cada viaje tardaban varios meses.
Un hombre que vivía en la vuelta del río, a quien llamaban El Sabio, se reía de sus esfuerzos y trató de disuadirlos.

- ¡Basta de esa tontería! –exclamaba-. ¡Qué estúpido es todo esto! Tan viejo y débil como es usted no será capaz de arrancar ni un puñado de hierbas en esas montañas. ¿Cómo va a remover tierras y piedras en tal cantidad?

Entonces El Viejo Tonto exhaló un largo suspiro antes de contestar al otro anciano.

- ¡Qué torpe es usted! –le respondió- No tiene ni siquiera la intuición del hijito de la viuda. Aunque yo muera, quedarán mis hijos y los hijos de mis hijos; y así sucesivamente, de generación en generación. Y como estas montañas no crecen, ¿por qué no vamos a ser capaces de terminar por removerlas?

Entonces El Sabio no tuvo nada que responder, ni que rebatir.



(1) 1 Li = 500 metros
(2) Ren es una medida de longitud de la China antigua. 1 Ren equivale a 2 ½ metros aproximadamente.



VIRGIN AND CHILD -- Iona


lunes, 26 de marzo de 2007

LA SENCILLEZ DEL ALMA


Nunca es tan sencillo. De eso no cabe la menor duda. Nunca es tan sencillo mirar hacia delante con cierto optimismo, con orgullo por el camino recorrido, con la conciencia limpia al pensar que no podíamos haber hecho más. Nunca es tan sencillo no dejarse invadir por esos oscuros pensamientos de la derrota, del querer tirar la toalla porque pensamos que vamos a desfallecer, con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos cayendo por las mejillas enrojecidas por el calor que emana de nuestro ser. Nunca es tan sencillo.

Las ilusiones a menudo se convierten en humo. Y el humo, claro está, tiende a desvanecerse muy rápido, desapareciendo por completo a los pocos segundos. Y nos sentamos en casa esperando que regrese la alegría que parece que nos ha abandonado hace demasiado tiempo, y maldecimos a la suerte por no tocarnos a nosotros con sus manos. Alzamos la mirada al cielo, alargando los brazos intentando alcanzar con la yema de los dedos esas nubes que nos observan. Nunca es tan sencillo.

A menudo nos sentamos en un banco, o en la terraza de un bar, ya sea para hacer tiempo porque hemos quedado, o por la necesidad de estar un momento solos con la única compañía de un café, una infusión o un refresco. Esa soledad del momento nos hace mantener un diálogo con nuestra conciencia, nuestro yo escondido, y sin enfadarse por sus respuestas le avasallamos a preguntas que algunas de ellas nunca hemos encontrado una repuesta que nos sirva. No siempre son problemas lo que le planteamos, a veces son sólo pensamientos; son modos retóricos de mirar de entender aquello que no entendemos del mundo que nos rodea, o de nosotros mismos. Pero tampoco solemos hacerle mucho caso cuando nos aconseja que camino tomar, cuando nos dice su opinión, aunque quizás tenga toda la razón y posea la verdad para esa cuestión, no lo tenemos en cuenta.

Nunca es tan sencillo saber si lo que decimos se nos va a entender en realidad, o si lo que hacemos nos lo van a reconocer o bien a castigar. Nunca es tan sencillo ser consciente del olvido, y mucho menos superarlo. Aunque puede hacerse si uno le pone empeño, pero sobretodo las armas adecuadas para conseguirlo, pero nunca es tan sencillo. Y siempre nos acompaña el pensar que la próxima vez lo haremos mejor, o bien que no dejaremos que nos suceda lo mismo, y no por ello es un autoengaño, quizás sea la única salida que tenemos cuando no nos conocemos en realidad, o cuando nos hemos perdido en ese oasis temporal del día a día.

Nos falta el aire, el cuerpo nos pesa, se nos cierran los ojos de puro agotamiento vital, el pecho nos oprime el corazón y nos parece que en cualquier momento nuestra alma se partirá en dos, pero no es así, y aunque el dolor nos haga cerrar los ojos, aunque la desesperación del saberse perdido, aunque nada nos parezca lo suficiente y lo veamos todo demasiado negro, siempre nos quedará nuestra conciencia, aquella que decimos no poseer, pero que nos salva de muchas situaciones.

Y ciertamente nunca es tan sencillo pararnos para escucharla, aunque deberíamos hacerlo más a menudo, sólo así encontraremos nuestras ansiadas respuestas. Y pasaran los horas, los días, los años y nunca será tan sencillo.



PENELOPE’S SONGLoreena McKennitt

viernes, 16 de marzo de 2007

EL RENACER DEL AVE FÉNIX



Siempre se ha dicho que hay una primera vez para todo. Puede que sea cierto, aunque quizás es lo que nos ocurre cada día cuando nos levantamos y no vemos que esa ya es la primera vez de la cual tanto se ha escrito, y que cuenta tanto la gente. Esa vez en la que todo lo que nos sucede nos sorprende, nos llena y nos hace sentir bien. A veces, en los pequeños detalles existe la verdadera magia de lo que mueve este mundo. Y dejamos, a menudo, que otros pensamientos estropeen todo esto, sin mirar de evitarlo.

El peor enemigo que tenemos es uno/a mismo/a, siendo más cruel si cabe, sin piedad, sin escrúpulos, deseosos de destruir y devolver al resto del planeta lo que nos han podido hacer. Pero así no podemos vivir, no es digno, no nos hace mejores personas. Y necesitamos reinventarnos, renacer, escapar de nosotros/as mismos/as, asustándonos de nuestra propia sombra, girando la cabeza para ver si nos siguen, teniendo palpitaciones por unos ruidos imaginarios que no reconocemos.

Comparto el pensamiento de un amigo mío. Lo discutimos muy a menudo, en el coche, con un café, en el tren, y siempre llegamos a la misma conclusión, pero nunca podemos escapar de ella. Quizás debamos de empezar a tomarlo de otro modo, de dejar que deje de afectarnos tanto, de que nos consuma las entrañas. No vale la pena. Debemos de continuar hacia delante, con pasos firmes, serenos, y dejar que el destino haga el resto por nosotros. Ya llegará nuestro momento, ya vendrá el día en que mientras tomamos un café nos digamos que era cierto aquello que nos planteamos el día del cambio, el día que nos fijamos unos objetivos determinados que en ese instante quizás nos parecían inalcanzables.

Sabe que puede tomar la decisión que crea conveniente que yo estaré ahí con las manos preparadas para evitar que se caiga, para darle ese abrazo de quién ha pasado por lo mismo y puede entender que le ocurre, que le pasa por la cabeza, que piensa su cerebro y que siente su corazón. NO es una posición sencilla la suya. Pero no está solo. Y aunque buscamos lo que canta la canción de hoy Miguel Bosé, también es cierto que ellas se lo pierden mi querido amigo, y que no subirse a ciertos trenes o querer bajarse de otros antes de tiempo, puede arruinar un futuro sentimental que no superará esa ausencia que hemos dejado o lo que hubiera supuesto tenernos hasta el fin de los tiempos, algo que por desgracia no conseguirán averiguar.

De momento mientras esperamos, volaremos por las alturas cual ave fénix que resurge de sus cenizas para convertirnos, aún si cabe, en mejores personas mientras las nubes se desplazan con rapidez por la fuerza de nuestros aleteos bajo nuestros pies, dejando por un tiempo que nuestra libertad nos guíe y el aire nos devuelva la sonrisa, y de paso que se lleve bien lejos sus nombres, y los recuerdos que albergamos aún guardados en la memoria.

Es el momento de hacer limpieza en el corazón, y no dejarnos ni una esquina sin quitar la suciedad que tanto nos lo afea; y la mejor manera es escuchar la letra de la canción que he escogido hoy mientras leéis el artículo, y entender por qué las aves vuelan tan alto.



PUEDE QUEMiguel Bosé

miércoles, 7 de marzo de 2007

EL NAVEGANTE DEL TIEMPO




Van pasando los meses, los días, las horas, los minutos, los segundos, los espacios muertos en los que parece que no sucede nada pero en realidad nos sirven para recargarnos de energía positiva. Los buscamos. Buscamos esos espacios solos o acompañados que nos hacen pensar si el rumbo que tomamos es el correcto, si las decisiones que emprendemos llegaran a buen puerto, si los consejos que damos en realidad serán útiles, y podrán ayudar a quién nos los pide. Y claro está, sólo damos consejos a nuestras amistades más allegadas, apelando a su benevolencia y buena voluntad por si acaso el consejo que les dimos dista mucho de su objetivo final o no les funciona en realidad.

Van pasando los meses, los días, las horas, y vemos como la nubes siguen su camino, como el viento las desplaza, con cariño, con suavidad, para que puedan ver lo que hay a sus pies, para que puedan ayudar a quienes se encuentran en el suelo mirando hacía el cielo preguntándose algo que no saben responderse. Y ven sus colores, el color de las nubes, pasando del blanco más puro al grisáceo más oscuro, pero grisáceo a fin de cuentas. Nunca se ve negro, sólo por la noche, con la oscuridad. Las nubes nos muestran que aunque las cosas no creamos que avanzan y todo lo veamos negro, es solamente una percepción que produce un estado de ánimo en concreto, pero que la realidad es más sencilla que eso. La realidad es que el mundo, las relaciones personales, todo en general es de un color grisáceo, a veces con mucho más blanco, otros algo más embrutecido, pero de un gris a fin de cuentas y dónde los extremos no tienen cabida.

Van pasando los meses, los días, las horas, y seguimos queriendo dormir de día y animarnos de noche, queriendo o pensando que de este modo nos sentimos más vivos, más dueños de nuestro día, de nuestro futuro, nunca pensamos que esto obedece a otro tipo de motivos. Y nos consolamos pasando las horas muertas durmiendo muchas horas. Soñando en el mañana que aún ha de llegar, en desear que todo a nuestro alrededor cambie, se transforme, se moldee a nuestro antojo. Y lloramos cuando eso no ocurre, cuando ese mañana es peor que el día anterior, que la semana pasada. Nada es tan malo, nada es tan negro, nada merece que nos arrebaten el corazón, que nos pisoteen el alma, la existencia de nuestro ser, nada merece ese sufrimiento. Hemos de luchar, de mantenernos firmes, de levantar la cabeza al mundo y decirle a gritos: “No, no volveré a caer!!, no volveré a dejarme derrotar!!, no cambiaré mis principios a la mínima de cambio para justificarlos luego con mentiras, no dejaré que se haga más daño a personas inocentes por la codicia, avaricia o egoísmo de otros.”

Van pasando los meses, los días, las horas, los minutos, los segundos y esos espacios que al principio parecían muertos y vacíos han recobrado por fin su sentido, y el cielo aunque plagado de nubes amenazando llover en cualquier momento nos muestra que encima suyo hay el cielo azul con el sol esperando iluminarnos para recargar las pilas de nuestro ser, para que veamos la vida con sus ojos, desde arriba, desde lo lejos, con la perspectiva suficiente para entender que todo tiene su razón de ser, su mensaje, su camino, y sus piedras en él para que las sorteemos de la mejor manera posible.

Van pasando los meses, los días, las horas, y de momento seguiré escuchando los consejos que me dan mis amistades, aunque no me sirvan para algo en concreto, pero me harán entender que les importo lo suficiente como para que me hayan dado su sabiduría y compartido conmigo ese instante en compañía del café mientras me intentan hacer entender que les tengo a mi lado escoja la opción que escoja, les haga caso o no. Y pasaran los meses y los días y seguiré mirando al cielo con una sonrisa en los labios por concederme ese regalo que es vivir y ser consciente de ello.



MISSING YOUJohn Waite

lunes, 5 de marzo de 2007

LA ARDILLA OWEN Y EL MISTERIO DE LAS BELLOTAS (4ª parte)


EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:

En ese instante Owen, se dió cuenta que algo estaba pasando, que algún tipo de misterio flotaba en el aire. Era un presentimiento, una intuición, algo que había aprendido mientras había trabajado para el servicio secreto del bosque durante unos años, como agente de campo de la ANSB (Agencia Nacional de Seguridad del Bosque), pero que dejó por un stress y una presión sentimental ejercida por su pareja en esos momentos, y Owen era muy enamoradizo y fiel, y sacrificó una prometedora carrera profesional por el amor de una ardilla muy femenina pero que acabó siendo más bruja que cualquier enemigo con el que se hubiera topado. Se olía que algo se estaba preparando, por lo que a partir de ese instante se puso a observar con detenimiento su entorno para descubrir que estaba pasando o que ocurriría en breve.

De repente, Owen, escuchó una conversación que le erizó los pelos de ardilla y no podía salir de su asombro…



…y le pareció oír algo referente al regalo de Navidad que daba la empresa en lugar del típico lote o cesta de Navidad que hacían las otras compañías del bosque, y sobre un secreto que no debía revelarse bajo pena de exilio y lapidación pública. Owen pensó en acercarse más para poder oír mejor la conversación y con tímidos intentos consiguió llegar hasta apenas 3 metros, pero no fueron suficientes. Entonces los personajillos espiados por nuestro amigo se separaron no sin antes darse la señal que anunciaba un nuevo encuentro en breve. Ahora era el momento de mantener la cabeza fría y tener paciencia; todo llega –pensó Owen-.

El resto de la tarde pasó sin pena ni gloria. Un café por aquí, una merienda por allá, y mucha visita de los compañeros de nuestra ardilla protagonista que pasaban a saludarle mientras se encontraba sentado con los pies que le hervían horrores. Sonreía de un modo falso, con una amplitud de dientes igual que treinta africanos cantando el Aleluya. Pero uno de los momentos estelares estaba a punto de empezar. La cúpula directiva, o más bien la cúpula de la mafia pensaba Owen, estaban a punto de irrumpir en el escenario. Habían alquilado unos instrumentos musicales para simular que eran una banda de música, y podía saberse quién había cogido alguna vez una guitarra o un trombón o no había pisado nunca un conservatorio o similar.

Nuestro amigo dio las gracias al cielo por no haber comido, la vomitona hubiera sido de concurso, y las excusas hubieran sonado algo raras si una ardilla macho hubiera soltado: “es que quizás estoy embarazado?, tengo dos faltas y cuatro tarjetas…” (lo de las tarjetas hubiera despertado las sospechas, ya que lo del embarazo aunque extraño, hubiera colado a juzgar por la barriguita que últimamente lucía nuestro amigo, pero lo de las tarjetas no podía justificarse así de cualquier modo, ni a la ligera).

Llegó el momento estelar de la noche. Los hicieron sentar a todos los animalitos del bosque en unas sillas delante del escenario y de una pantalla improvisada dónde se iban pasando unas imágenes como en un perfomance barata y hecha con esa parte trasera dónde termina la columna vertebral. Los distintos animalitos que poblaban esa parte del bosque, todos hacían la misma cara de sorpresa, y con los ojos como búhos, intentaban mantenerse despiertos después de la extenuante sesión de canto, de actividades, de estar de pie y de la lucha greco-romana en la comida del mediodía. Owen, no pudo realizar dicho esfuerzo, y muy hábilmente se situó sentado en la última fila en una esquina cerca de una columna gigante de la sala por si necesitaba apoyarse en ella y roncar un rato.

Su estatura estándar hacía que se camuflara entre las matas de pelo y las alturas de los animales del bosque que tenía delante y en las 20 filas antes. Por un momento Owen perdió la consciencia y dándole una señal al compañero de al lado le notificó que habían pasado apenas 10 min. pero para nuestro protagonista le parecían más, ya que incluso se acordaba algo de lo que había soñado, ergo debía de haber estado en fase R.E.M. para poder soñar, y eso implica dormir a pierna suelta y con la babita cayendo por la comisura de los labios.


(CONTINUARÁ…)



DON’T GET ME WRONGThe Pretenders