EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:
En ese instante Owen, se dió cuenta que algo estaba pasando, que algún tipo de misterio flotaba en el aire. Era un presentimiento, una intuición, algo que había aprendido mientras había trabajado para el servicio secreto del bosque durante unos años, como agente de campo de la ANSB (Agencia Nacional de Seguridad del Bosque), pero que dejó por un stress y una presión sentimental ejercida por su pareja en esos momentos, y Owen era muy enamoradizo y fiel, y sacrificó una prometedora carrera profesional por el amor de una ardilla muy femenina pero que acabó siendo más bruja que cualquier enemigo con el que se hubiera topado. Se olía que algo se estaba preparando, por lo que a partir de ese instante se puso a observar con detenimiento su entorno para descubrir que estaba pasando o que ocurriría en breve.
De repente, Owen, escuchó una conversación que le erizó los pelos de ardilla y no podía salir de su asombro…
…y le pareció oír algo referente al regalo de Navidad que daba la empresa en lugar del típico lote o cesta de Navidad que hacían las otras compañías del bosque, y sobre un secreto que no debía revelarse bajo pena de exilio y lapidación pública. Owen pensó en acercarse más para poder oír mejor la conversación y con tímidos intentos consiguió llegar hasta apenas 3 metros, pero no fueron suficientes. Entonces los personajillos espiados por nuestro amigo se separaron no sin antes darse la señal que anunciaba un nuevo encuentro en breve. Ahora era el momento de mantener la cabeza fría y tener paciencia; todo llega –pensó Owen-.
El resto de la tarde pasó sin pena ni gloria. Un café por aquí, una merienda por allá, y mucha visita de los compañeros de nuestra ardilla protagonista que pasaban a saludarle mientras se encontraba sentado con los pies que le hervían horrores. Sonreía de un modo falso, con una amplitud de dientes igual que treinta africanos cantando el Aleluya. Pero uno de los momentos estelares estaba a punto de empezar. La cúpula directiva, o más bien la cúpula de la mafia pensaba Owen, estaban a punto de irrumpir en el escenario. Habían alquilado unos instrumentos musicales para simular que eran una banda de música, y podía saberse quién había cogido alguna vez una guitarra o un trombón o no había pisado nunca un conservatorio o similar.
Nuestro amigo dio las gracias al cielo por no haber comido, la vomitona hubiera sido de concurso, y las excusas hubieran sonado algo raras si una ardilla macho hubiera soltado: “es que quizás estoy embarazado?, tengo dos faltas y cuatro tarjetas…” (lo de las tarjetas hubiera despertado las sospechas, ya que lo del embarazo aunque extraño, hubiera colado a juzgar por la barriguita que últimamente lucía nuestro amigo, pero lo de las tarjetas no podía justificarse así de cualquier modo, ni a la ligera).
Llegó el momento estelar de la noche. Los hicieron sentar a todos los animalitos del bosque en unas sillas delante del escenario y de una pantalla improvisada dónde se iban pasando unas imágenes como en un perfomance barata y hecha con esa parte trasera dónde termina la columna vertebral. Los distintos animalitos que poblaban esa parte del bosque, todos hacían la misma cara de sorpresa, y con los ojos como búhos, intentaban mantenerse despiertos después de la extenuante sesión de canto, de actividades, de estar de pie y de la lucha greco-romana en la comida del mediodía. Owen, no pudo realizar dicho esfuerzo, y muy hábilmente se situó sentado en la última fila en una esquina cerca de una columna gigante de la sala por si necesitaba apoyarse en ella y roncar un rato.
Su estatura estándar hacía que se camuflara entre las matas de pelo y las alturas de los animales del bosque que tenía delante y en las 20 filas antes. Por un momento Owen perdió la consciencia y dándole una señal al compañero de al lado le notificó que habían pasado apenas 10 min. pero para nuestro protagonista le parecían más, ya que incluso se acordaba algo de lo que había soñado, ergo debía de haber estado en fase R.E.M. para poder soñar, y eso implica dormir a pierna suelta y con la babita cayendo por la comisura de los labios.
(CONTINUARÁ…)
DON’T GET ME WRONG – The Pretenders
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