miércoles, 7 de marzo de 2007

EL NAVEGANTE DEL TIEMPO




Van pasando los meses, los días, las horas, los minutos, los segundos, los espacios muertos en los que parece que no sucede nada pero en realidad nos sirven para recargarnos de energía positiva. Los buscamos. Buscamos esos espacios solos o acompañados que nos hacen pensar si el rumbo que tomamos es el correcto, si las decisiones que emprendemos llegaran a buen puerto, si los consejos que damos en realidad serán útiles, y podrán ayudar a quién nos los pide. Y claro está, sólo damos consejos a nuestras amistades más allegadas, apelando a su benevolencia y buena voluntad por si acaso el consejo que les dimos dista mucho de su objetivo final o no les funciona en realidad.

Van pasando los meses, los días, las horas, y vemos como la nubes siguen su camino, como el viento las desplaza, con cariño, con suavidad, para que puedan ver lo que hay a sus pies, para que puedan ayudar a quienes se encuentran en el suelo mirando hacía el cielo preguntándose algo que no saben responderse. Y ven sus colores, el color de las nubes, pasando del blanco más puro al grisáceo más oscuro, pero grisáceo a fin de cuentas. Nunca se ve negro, sólo por la noche, con la oscuridad. Las nubes nos muestran que aunque las cosas no creamos que avanzan y todo lo veamos negro, es solamente una percepción que produce un estado de ánimo en concreto, pero que la realidad es más sencilla que eso. La realidad es que el mundo, las relaciones personales, todo en general es de un color grisáceo, a veces con mucho más blanco, otros algo más embrutecido, pero de un gris a fin de cuentas y dónde los extremos no tienen cabida.

Van pasando los meses, los días, las horas, y seguimos queriendo dormir de día y animarnos de noche, queriendo o pensando que de este modo nos sentimos más vivos, más dueños de nuestro día, de nuestro futuro, nunca pensamos que esto obedece a otro tipo de motivos. Y nos consolamos pasando las horas muertas durmiendo muchas horas. Soñando en el mañana que aún ha de llegar, en desear que todo a nuestro alrededor cambie, se transforme, se moldee a nuestro antojo. Y lloramos cuando eso no ocurre, cuando ese mañana es peor que el día anterior, que la semana pasada. Nada es tan malo, nada es tan negro, nada merece que nos arrebaten el corazón, que nos pisoteen el alma, la existencia de nuestro ser, nada merece ese sufrimiento. Hemos de luchar, de mantenernos firmes, de levantar la cabeza al mundo y decirle a gritos: “No, no volveré a caer!!, no volveré a dejarme derrotar!!, no cambiaré mis principios a la mínima de cambio para justificarlos luego con mentiras, no dejaré que se haga más daño a personas inocentes por la codicia, avaricia o egoísmo de otros.”

Van pasando los meses, los días, las horas, los minutos, los segundos y esos espacios que al principio parecían muertos y vacíos han recobrado por fin su sentido, y el cielo aunque plagado de nubes amenazando llover en cualquier momento nos muestra que encima suyo hay el cielo azul con el sol esperando iluminarnos para recargar las pilas de nuestro ser, para que veamos la vida con sus ojos, desde arriba, desde lo lejos, con la perspectiva suficiente para entender que todo tiene su razón de ser, su mensaje, su camino, y sus piedras en él para que las sorteemos de la mejor manera posible.

Van pasando los meses, los días, las horas, y de momento seguiré escuchando los consejos que me dan mis amistades, aunque no me sirvan para algo en concreto, pero me harán entender que les importo lo suficiente como para que me hayan dado su sabiduría y compartido conmigo ese instante en compañía del café mientras me intentan hacer entender que les tengo a mi lado escoja la opción que escoja, les haga caso o no. Y pasaran los meses y los días y seguiré mirando al cielo con una sonrisa en los labios por concederme ese regalo que es vivir y ser consciente de ello.



MISSING YOUJohn Waite

3 comentarios:

Sergio dijo...

Van pasando los meses, las semanas, los días, las horas, los minutos... El tiempo no entiende de pausas.

Sigue sonriendo, no dejes de hacerlo ;)

Sergio

Lara dijo...

Deja que pasen los días, pero no dejes de disfrutarlos. Vívelos intensamente, sin pensar en los que pasaron ni en los que están por venir, sólo en lo que vives ahora.

Sé feliz, seguro que lo mereces, y segurísimo que haces felices a quienes te rodean.

Besos.

Lucía dijo...

Que bonita la aliteración de la primera frase, en los diferentes párrafos.
Es verdad que el tiempo no se detiene nunca, ojalá pudiéramos manipularlo a nuestro antojo.
Lo único que podemos hacer es aprovecharlo al máximo.