martes, 3 de octubre de 2006

PERDIDOS EN UN FUTURO INCIERTO

Hace algo más de un semana escribí sobre el mundo de las ferreterías. Un artículo corto quizás, y estoy seguro, de eso no me cabe la menor duda, me dejé de comentar alguna que otra anécdota en el tintero. Para poner sólo un ejemplo, un asiduo lector/a me escribió sobre el característico olor cuando entramos en una de ellas, y otro me comentó lo caras que eran ciertas llaves y cuanto le costaban encontrarlas, lo que hace que nos preguntemos si en realidad el hierro ha subido su cotización en la bolsa y no nos hemos percatado.

Somos un claro ejemplo de lo esclavos que somos del capitalismo, de esta supuesta sociedad del bienestar que nos venden, aunque no reparemos en el hecho que en la actualidad vivimos en una época con los mayores conflictos bélicos si exceptuamos las grandes guerras mundiales, los mayores desordenes sociales, de un pueblo (de cualquier país del mundo) enfrascado en constantes luchas contra sus administraciones, y por encima de todo, no carentes de verdades, en esas personas que depositan no sólo sus votos electorales, si no su dinero en impuestos, su esperanza en ser representados y defendidos por igual, en su ilusión de un día vivir mejor y en paz, su fe, en que les defiendan. Y no hablemos de los constantes problemas e inseguridades que crea el terrorismo, cualquier tipo de terrorismo, incluso aquel que camuflan los políticos con su demagogia, sus falsedades, sus intereses, su acumulación de poder y de aquel haz lo que yo diga pero no lo que yo haga.

Una solución, o un reflejo de todo ello lo mostraba hace poco el hilo argumental básico de la serie televisiva norteamericana LOST (Perdidos). Una serie que empezó pensada por unos guionistas en forma de miniserie de ficción de sólo 13 capítulos, hasta que su inevitable éxito hizo su habitual acto de presencia matando el juicio y el sentido común (a veces es mejor hacerlo corto y de extrema calidad que largo y finalmente aburrido por ser la muestra de cómo se diluye un buen guión), y ya han empezado a rodar la tercera temporada de un contrato final de 5 años a temporada por año.

Si añadimos a todo esto el reciente juego que se pudo disfrutar solamente en EE.UU. las pasadas vacaciones de verano, con el nombre de “The Lost Experience” tendremos el cocktail perfecto de la alquimia entre la televisión y las nuevas tecnologías.

¿Por qué todo este rollo?, sencillo, en dicho juego, a medida que vamos avanzando en él, resolviendo su trama, sus pistas y sus puzzles, se nos van premiando con trozos de video con la explicación del significado de los famosos números de la serie y sus repercusiones, su verdadera naturaleza, al igual que la verdadera naturaleza de la isla, quienes son “los otros” y que hacen en la isla, del motivo real del sentido de todo ello. En fin que resuelven unos enigmas para plantear con ello otros de nuevos. Pero no os voy a contar nada, no os preocupéis por ello, aquellos/as que no tengáis paciencia y lo queráis saber, es muy fácil, me enviáis un mail y en privado os lo contaré.

Lost habla del mundo, de la situación en la que se encuentran las personas que habitan la isla y por analogía el mundo entero. Dónde todo puede suceder desde lo más bonito a las peores pesadillas mostradas por Hollywood en sus películas. Pero no se rinden, ni se dan por vencidos, quizás sea eso lo único que nos une, lo que une todos los pueblos que habitan este planeta, esa esperanza que algún día podremos ver reflejado en los ojos de nuestros hijos e hijas que les dejamos un planeta limpio dónde poder vivir en paz, un lugar dónde se pueda disfrutar, un lugar para todo el mundo, una utopía que no la llamaríamos por este nombre si todos, cada uno de nosotros, pusiera lo mejor que llevamos dentro para darle la vuelta a esto, para sentir lo que es la libertad, para notar con los pies desnudos el agua fresca en el suelo de una campo de hierba, en hundir los pies en la arena y notar el vaivén de las olas, el olor del mar inundando los pulmones, en el sonido reparador de las sonrisas infantiles, en ese sueño reparador sin miedo a despertar en un zulo vital, en esa prisión humana que se llama falta de compromiso, en ese asesinato de las virtudes, en esa asfixia del futuro que no conocemos, en el peso de ese pasado que no queremos soltar para que siga su curso río abajo.

No quiero que eso sea solamente un sueño, ¿lo querríais vosotros/as?. Estamos seguros/as que no podemos hacer nada por ser sólo una persona, o no pensáis que al menos el esfuerzo del intento sea suficiente para empujar la rueda y que la gravedad, la inercia y la física jueguen su propio papel en el devenir de la historia. Recordar estas palabras, algún día miraremos atrás y nos sentiremos orgullosos de haber contribuido en ese cambio que ha de llegar, en ese cambio que el mundo se merece, en aquello que no le podemos negar a nuestras sociedades futuras. No os rindáis, si habéis leído hasta esta última frase habréis dejado de estar solos.

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