martes, 22 de agosto de 2006

CUESTIÓN DE SUEÑO

Hoy, por algún motivo que aún estoy intentando descubrir, me he levantado bastante más tarde de lo habitual. No ha sido por una necesidad imperiosa de dormir más, ni por una falta irremediable de sueño, tampoco, que yo recuerde, le debo nada en concepto de atrasos a la noche. Con creces ya he pagado estos años mis excesos.


Sencillamente, tenía sueño. Me acosté normal, como cada noche, incluso diría que algo más temprano para ser finales de Agosto, y aunque mis vacaciones suenan ya algo más que lejanas, el dejar ese deporte nacional de la siesta como un lujo para los fines de semana, supuso un trauma doloroso en su momento, pero ha despertado en mi algo extraño, una sensación, un sentimiento de desolación interior, mejor dicho de purgación. Me explicaré. He reecho mi vida con otra persona, que hasta ahora era desconocida para mi aunque ya la conociera; siempre bajo la premisa del respeto, ya que nadie es dueño de nadie, pero nadie puede arrebatarte tu verdadera personalidad ni pedirte cosas a cambio de un modo forzado o por chantaje emocional.

Existe un connotación de riesgo en muchas de las cosas que hacemos, en muchos de las palabras que decimos en alguna conversación, y aunque en ocasiones es calculado, hay habitualmente personas que saltan del puente atados pero sin calcular la distancia hasta el suelo, y la medida de la cuerda que se han puesto, no sea que ya no exista un verdadero riesgo en ese salto. Estúpidez humana se le llama a esto, no tiene otra palabra. Los riesgos siempre insconscientemente son calculados bajo nuestras aptitudes, bajo el conocimiento de nosotros mismos, de nuestra destreza aprendida a lo largo de los años, de nuestras posibilidades, de nuestra realidad que nos envuelve, de todos estos factores que aunque calculados mentalmente siempre deberíamos, al menos, hacerlos. Seguirá siendo riesgo, pero la consecución y finalidad del salto será en cierto modo seguro, por si acaso debemos volver a intertarlo uno y otra vez, o dejarlo correr sin sufrir algún desorden psíquico que amence nuestro futuro emocional, y nos invada el arrepentimiento.

Gilipollez, se le llama a esperar que todo salga bien al primer intento si antes no tenemos claras algunas cosas que solemos pasar por alto. En fin, hay gente que lo practica más a menudo de lo que se piensa, y a eso le podríamos llamar autoengaño, palabra y acción que nos persigue mucho cuando no sabemos que estamos haciendo aquí, ni que rumbo tomar en nuestra existencia, ni nada de nada. Quizás nos hayamos caído en algún pozo oscuro y olvidado por el destino en alguno de los caminos que nos encontramos a lo largo de nuestro día a día. Yo hasta hace bien poco estaba en uno de ellos, no me caí voluntariamente, seguro que me empujaron, o me deje engañar para asomar la cabeza creyendo haber encontrado algún tesoro. Pero por fin he salido, concretamente el 01 de enero de este año. Caramba, seguramente la mejor manera de empezar el año.

Ahora ese pozo lo he tapado, mejor dicho, lo he sellado, para no volver a caer en él, ni que me empujen, y ahora ya todo eso forma parte del pasado, y debe dejarse en paz, que descanse en la eternidad de los tiempos, recordando siempre que eso nunca puede volver a pasarme. Ví el Sol, brillando, resplandeciente, y comprendí que yo ya no era aquel joven que soñaba, pero me levanté, y entendí que no era cuestión de un sueño, si no que se trataba de mi destino que había finalizado su nuevo capítulo para escribir el nuevo, mi nuevo futuro.

Escribo esto mientras estoy escuchando a los Dioses del Rock, los Led Zeppelin, y he empezado con "Inmigrant Song" y finalizo con "Stairway to heaven", que mejor canción para el inicio de algo que me llevará a ser mejor persona, y poder por un instante volver a tocar el cielo y sus nubes con la llema de los dedos. Para los demás que suelen leerme o los nuevos, no dejéis nunca de mirar al Sol, la oscuridad es sólo para dormir y descansar, nunca para vivir en ella.

No hay comentarios: