martes, 14 de noviembre de 2006

HAY ÁNGELES ENTRE NOSOTROS

Son las 01:30h am de la madrugada. Un susurro hace que abra los ojos, y oigo pronunciar mi nombre, de un modo suave, repetidas veces, cómo si quisiera que me despertase sin sobresaltos, de una forma plácida, tranquila. Hacía tiempo que no me pasaba. Que no experimentaba esto. No suelo contarlo. La gente no creo que lo entendiera, o simplemente tendría miedo por lo que les cuento. Duermo tranquilo, nunca paso miedo por que sí, sólo cuando he de tenerlo y cuando me ocurre no puedo dormir en días, mejor que tampoco os lo cuente. Siempre he pensado que si algo o alguien te quiere hacer el mal, ya te despertará, ¿para qué preocuparse entonces?; Si me voy a la cama por la noche es para descansar y regenerar las neuronas de mi cerebro, no para que me cueste dormir porqué tengo miedo.

Os preguntaréis porqué os cuento estas cosas. Es lógico, yo haría lo mismo. La respuesta es compleja, pero voy a intentar explicarme, si puedo, lo cual es complicado. Ayer oí hablar a mi ángel. No os diré quién es, alguien de vosotros/as podría conocer mi historia y saber de quién estoy hablando. No siempre tenemos al mismo ángel protegiéndonos, a lo largo de nuestra vida va cambiando, pero a veces no es así, y durante largo tiempo tenemos al mismo a nuestro lado. Para algunos es del género masculino, y para otros del género femenino, no hay distinciones, se asignan por distintos motivos y en su momento justo. Incluso en ocasiones hemos podido hablar realmente con ellos/as y no nos hemos percatado de quién es en realidad. Lo hacen para demostrar a veces sus teorías, para mostrarte esa señal que has de seguir, para que les hagas caso sin que te lo cuestiones, sino haciendo que se llegue a ese punto por nosotros/as mismos/as. ¿Idiota? Posiblemente, pero no carente de verdad.

Me levanté de la cama. Encendí la luz y me quedé mirando hacía la puerta de la habitación. Sólo había su sombra. Me incorporé y le seguí hasta el sofá del comedor. Me senté. Cerré los ojos unos segundos para poder escuchar mejor que decía. Y lo comprendí, comprendí que me quería contar. Me dirigí hacia el ordenador y me puse a escribir. Estuve una hora. No necesitaba más. Lo que escribí en unos meses lo veréis, os lo contaré, de momento no es posible, no es el instante preciso para contarlo. Y lo siento. Siento poner el caramelo en la boca para quitarlo quizás de una bofetada. Pero a veces las cosas son así, y no sirve de nada preguntarse el motivo exacto del porqué, sólo acatarlo.

Puede ser incluso que todo esto que os cuento sólo sea mi percepción personal de una situación, la interpretación libre de algo que es universal. Quizás no existan los ángeles y sea una proyección nuestra a la cual necesitamos acudir para explicarnos ciertas cosas, ciertos pensamientos internos que tenemos. Puede ser que los ángeles seamos simplemente nosotros/as mismos/as, pero que no nos escuchemos la mayoría de veces. Cualquier opción es válida y factible mientras el objetivo sea el mismo, y ese objetivo no es otro que el conocernos, aceptarnos, y mejorar nuestro entorno, lo que nos rodea y que tanto nos importa pero que no sabemos que hacer porque un terror extraño nos paraliza el cuerpo, y nos impide pensar fríamente la solución a nuestros problemas.

Ayer escribí algo que me sorprendió incluso a mi, pensé algo por lo que creía no estaba preparado, y actuaré como debería lo más seguro en un futuro no muy lejano. Y le doy la gracias a mi ángel por haberme despertado ayer, de madrugada, por hacer que todo tenga de nuevo un sentido, que esas señales que se muestran y que a veces parecemos haber perdido el rastro se vuelvan otra vez visibles, detectables, analizables, y el objetivo final lo veamos con menos niebla que antes de ayer.
La gente, las personas, pierden a menudo su rumbo, creen haber perdido de igual forma aquello que les movía, ese viento que les soplaba levemente y les hacia ondular el cabello mientras notaban la brisa y el sol aparecía por el este, majestuoso, enorme, caliente, lleno de vida e ilusión. Pero de noche cuesta navegar, pero deberíamos saber que lo mejor de las noches es el descanso, la regeneración vital, el ver las cosas con otros ojos, mirando por el calidoscopio de la realidad, llenando visualmente los espacios vacíos de colores para poner nuestros sueños, nuestras esperanzas de un día poder vivir en paz.

Escuchad el tema del último trabajo de Mike Oldfield (Light + Shade) con el título de ANGELIQUE. Cerrad los ojos, respirad con suavidad, y pensad si de verdad hay algo de vuestra vida por lo que no vale la pena luchar, por lo que no sirve rendirse, por lo que no quieres perder sin morir defendiéndolo. Memorizadlo para no olvidarlo nunca, y cuando sintáis que todo pierde el sentido, y las lágrimas os inundan las mejillas, no os dejéis abrumar, abrid las orejas y escuchad la voz de vuestro ángel que os guía. Saldréis de la oscuridad que os aterra e invade el alma.

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