miércoles, 22 de noviembre de 2006

AQUELLO QUE NUNCA DECÍMOS

A menudo nos cruzamos con personas que nos gustaría haber conocido mucho antes, de un modo mejor, y que esperas que ese adiós dicho entre dientes, atropelladamente, nervioso porque no es algo que quieras que ocurra, no sea realmente un adiós sino un hasta luego, nos vemos pronto. Eso me ocurre con un compañero de trabajo, del cual acabo de leer su mail de despedida. Me alegro, quizás más de lo que pueda creer, y me entristece, quizás más de lo que pueda pensar. No soy el único, lo sé, soy consciente de ello. Al menos no lloraré su despedida solo, estaré acompañado. Pero como muy bien se definía él mismo, a veces, los dinosaurios calan tan hondo que miles de años después aún se les recuerda, y te hubiera gustado poder compartir su entorno vital con el tuyo.

Para algunos no será una despedida, será la alegría de ver como alguien bueno va consiguiendo aquello que se merece, y la realización de sus sueños; comprender que hemos tenido la suerte de poderlo ver y compartir con él, estar a su lado en silencio, esperando, oyendo simplemente la respiración mientras observamos el cielo repleto de nubes y la gente pasando de un lado para otro, llevando sus historias personales consigo.

Poder hablar con alguien sin el temor de ser juzgado, sin enfados, sólo los necesarios propios de nuestra raza humana, una genética que mal nos pese debemos de ir aceptando con los años, de esa herencia cultural que nos hace ser cada día más egoístas, no tiene precio, no puede ser medido. Y poder ser uno mismo, es ser afortunado/a por conocer a esa persona, por compartir tus momentos buenos y los malos.

Le echaremos de menos en esas ocho horas laborales al día, con su sonrisa, sus bromas, su sentido del humor, su timidez, su humildad; pero nos llevamos su respeto, su corazón, sus palabras, y su tiempo, ese tiempo que ha dedicado con nosotros a lo largo de estos años sin pedir nada a cambio. Tiene nuestra admiración, y sabe que cuando lo necesite sólo será necesario un mail, una llamada, una visita, para retomar lo que se ha dejado congelado, sin tocar, para cuando quiera hablar, o compañía, para que nos cuente sus aventuras futuras, para que nos haga mejores personas.

Siempre tendemos a guardarnos palabras, como si nos cobrasen por frase dicha. No fomentamos ese lenguaje que nos hace diferentes, no nos sabemos hacer entender, quizás porqué ya cuesta lo suyo entenderse a uno mismo como para poder definir sensaciones, situaciones, pero para eso se escriben libros, para encontrar entre sus miles de páginas, sus millones de palabras aquello que nos falta para ser más llenos, comprender mejor nuestro entorno y por consecuencia nuestra propia vida. Leer lo vemos como una obligación o bien un esfuerzo con unos frutos que no sabemos como medir, como cuantificar sus resultados.

Leer, unir palabras en frases, no significa comprender lo leído. No nos asegura que sepamos dilucidar entre esos pensamientos de un autor, aquello que ha querido contarnos, aquella historia que puede servirnos para encontrar la llave de la prisión en la que a veces nos hemos auto encerrado. Y si conseguimos salir, seremos libres, pero a la vez nos hará más vulnerables, nuestra coraza de estupidez humana se ha destruido, y hemos sido despojados de las veleidades de la sociedad actual, para sumirnos en un bosque complejo, a veces oscuro y hostil, pero cuando el viento sopla a media tarde, y el sol se esconde cambiando los colores, no debemos tener miedo a lo desconocido, ya que sólo aquel o aquella que persista en su intento de mantenerse en pie, podrá ver de nuevo como sale el sol por la mañana.

Te echaremos de menos Gabi. Las cenas, y los almuerzos o los cigarrillos ya no tendrán el mismo sabor. Y los días al principio nos parecerán más amargos, pero nos tendremos a nosotros/as para endulzar recordando aquellas risas que habíamos soltado por alguna tontería que en ese instante nos volvió a ser niños pequeños. La llaves están para abrir puertas, para ser llevadas siempre encima. Utilízalas siempre que las necesites, que nuestra puerta se abrirá para darte de nuevo los buenos días.

Love Will Keep Us Alive -- Paul Carrack

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de un primer vistazo rápido al blog, creo que me iré pasando a menudo ... Me gusta lo que explicas y como lo haces.

Magnífica la idea de ponerle banda sonora a las entradas (es eso no?)

La Quinta Columna dijo...

Efectivamente, si me pasas un mail dónde pasarte las canciones lo haré encantado (utiliza la que pongo de contacto mía). Es lo que hago a las personas que me lo piden porque les cuesta conseguirlas o por pereza... jeje

Gracias por dejar la nota :)))